Quienes visitan con frecuencia el centro histórico de la ciudad de Mérida, seguramente se han encontrado con Félix, un alegre cantor que acompañado de su guitarra interpreta melodías en el primer cuadro de la capital yucateca.
Siempre alegre y sociable, gusta de interactuar con la gente que se detiene a escuchar su música. Saluda a muchos por su nombre y les agradece la gratificación que le dejan por amenizar la espera para entrar a los teatros. También se le ve trasladarse de un sitio a otro en su silla de ruedas, cómplice de su canto, que también lleva al puerto de Progreso, donde dice tener varios amigos canadienses que gustan de sus interpretaciones.
Una presencia que alegra y que nos recuerda que los límites nos los ponemos nosotros mismos.